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jueves, 20 de junio de 2024

HISTORIAS DE TORNAVACAS (XV): EL WOLFRAMIO EN LA DEHESA DEL TEJADILLO

    Tornavacas cuenta, dentro de su término municipal, con cientos de hectáreas de dehesa enclavadas en sus montes y sierras. En anteriores entradas, de manera indirecta cuando hemos hablado de dos especies animales salvajes como son el lobo y el oso, ya hemos hecho referencia a algunas de esas dehesas y en la de hoy, nos centraremos en una de ellas y, más concretamente, en una actividad que se desarrolló durante los años centrales del siglo XX y que es ya bien conocida por los lectores de este blog: la extracción de wolframio.

    Esa dehesa a la que nos vamos a referir es a la del Tejadillo, que se sitúa a los pies del pico más alto de Extremadura, el Calvitero, y que históricamente ha tenido importancia por realizarse en ella variadas actividades para el sustento de los tornavaqueños, pues ha sido un espacio aprovechado por nuestros paisanos desde hace cientos de años, especialmente en lo relativo a su aprovechamiento ganadero por los abundantes y ricos pastos allí existentes. Y, es que, ya nos encontramos con una referencia a esta dehesa en el Libro de la Montería del Rey D. Alfonso XI, del siglo XIV, y sabemos también que en tiempos del Rey Carlos III (siglo XVIII) se concedió a los vecinos de la villa de Tornavacas el aprovechamiento de la misma. Ya en el siglo XIX, cuando se produjeron los procesos de desamortización (venta) de los bienes comunales y de otros pertenecientes a los ayuntamientos, algo que fue impulsado desde el Gobierno, pasó a ser adquirida por diferentes partícipes, siendo hoy, por tanto, un terreno de propiedad privada como lo son también otras de las dehesas de sus alrededores (Talamanca, la Campana...).

Ubicación de la Dehesa del Tejadillo. Visor SIGPAC del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación

    En este amplísimo espacio cuya superficie catastral es de algo más de 600 hectáreas y que, como hemos dicho, tan importante ha sido históricamente para el sustento de muchas familias tornavaqueñas, por iniciativa de algunos de sus partícipes, a finales de la década de 1940, comenzó a buscarse también aquí el codiciado wolframio, que también se extrajo en otros lugares de Tornavacas

    De aquella actividad, que en aquellos años supuso una importante fuente de ingresos para cientos de nuestros paisanos, aún hoy quedan testimonios materiales. Y, es que, recorriendo el terreno que se encuentra en los alrededores del paraje y arroyo conocido como Majácerezo (o del Tejadillo), cercano a lo que hoy se conoce como la "Cueva de Santiago León", nos encontramos con las primeras evidencias relacionadas con la explotación de este mineral en la zona. Por una parte, los restos de una edificación de planta rectangular que servía como casa-refugio de los paisanos que hasta allí subían a trabajar -que pasaban allí varios días seguidos dada la considerable distancia que hay entre el pueblo y este lugar-, junto con otra edificación más pequeña que hacía las funciones de almacén para guardar las herramientas e incluso la dinamita (empleada en las voladuras controladas que realizaban para fragmentar la roca y extraer el mineral), como nos lo contó ya hace años Florentino Marcos Bardón, paisano que trabajó en aquel lugar.


Restos de las edificaciones que servían como refugio a nuestros paisanos y como almacén de herramientas y dinamita

    A medida que ascendemos en altitud separándonos de la margen izquierda del arroyo de Majácerezo, encontramos las primeras catas que se realizaron para comprobar si existía wolframio. Para ello, era necesario contar con permisos de investigación que previamente debían ser solicitados y aprobados por la Administración.

Cata y escombrera de la misma

    Siguiendo con el ascenso, y a una altitud de aproximadamente 1.600 metros, es donde encontramos el yacimiento de wolframio más importante de toda la dehesa del Tejadillo, que se trata de una serie de galerías excavadas directamente sobre la roca de donde se extrajeron miles de kilos de wolframio en bruto, durante los últimos años de las décadas de 1940 y los primeros de 1950, que luego se enviaban a la localidad salmantina de Tejares en donde eran sometidos a una separación mecánica, tal y como figura en el recibo de 1953 que a continuación se adjunta, en donde se pueden observar datos de interés como la persona que tenía concedido el derecho de explotación (en este caso, Jesús Martín Ávila, uno de los partícipes del Tejadillo) y la cantidad de wolframio (1.065 kg) enviados, desde Tornavacas, para su separación electromecánica hacia la citada localidad de Salamanca.

Recibo de salida del minera de Tornavacas. Septiembre de 1953.

    Este yacimiento, en cuanto a sus características técnicas y a los minerales existentes en el mismo, ha sido objeto de estudio dentro de la publicación Mapa Metalogenético de Extremadura, impulsada por la Junta de Extremadura en 2007, y estas son algunas imágenes tomadas en aquel lugar en el mes de marzo de 2024.

Galería excavada en la roca

Perforaciones

Escombrera de la mina



Vistas de la sierra de Tornavacas

Vista general de la sierra de Tornavacas desde la umbría (zona del Destejado). Señalamos la localización de la mina

    Para finalizar, no podemos cerrar esta entrada sin señalar que estas líneas, aparte de mostrar y poner en valor un patrimonio singular de Tornavacas, también pretenden ser un homenaje a nuestros paisanos del pasado y un reconocimiento a los del presente. Como homenaje, a nuestros mayores del pasado que allí trabajaron de sol a sol, en condiciones durísimas, simplemente para obtener el sustento básico necesario para sobrevivir, y a las decenas de familias ganaderas de Tornavacas que han tenido allí sus ganados. A ellos, en gran parte, les debemos el bienestar material del que hoy disfrutamos. Y, como reconocimiento, en el presente, a los ya escasos ganaderos que siguen manteniendo, con su esfuerzo y sacrificio, habitada esta parte de la sierra. Sin ellos, y en el caso del Tejadillo de manera especial a los hermanos Buenadicha -los únicos que, a día de hoy, mantienen allí su ganado-, este gran patrimonio natural de Tornavacas estaría, desgraciadamente, en el más absoluto abandono, un estado en el que ya se encuentran cientos de hectáreas de monte y sierra que antaño supusieron el sustento de muchas generaciones de tornavaqueños.

viernes, 10 de febrero de 2023

PARTICIPACIÓN EN EL I CONGRESO IBEROAMERICANO DE HISTORIA LOCAL

El miércoles 15 de febrero de 2023 a las 18:00, en el marco del I Congreso Iberoamericano de Historia Local que se celebra en el Centro Universitario de Plasencia, se presentará el trabajo titulado "EL WOLFRAMIO: UN MINERAL QUE MARCÓ UNA ÉPOCA Y UNA MANERA DE SUBSISTIR EN EL VALLE DEL JERTE DURANTE EL TIEMPO DE LA POSGUERRA (1945-1955)", que se centra en una temática que ya hemos abordado en este blog

Portada del programa

Programa de la tarde del día 15 de febrero

sábado, 1 de octubre de 2022

HISTORIAS DE TORNAVACAS (III): LOS AÑOS DEL WOLFRAMIO

Tiempos duros, de escasez y muy diferentes a la realidad en la que vivimos hoy día. Así se podría definir la situación de la mayor parte de la España rural de las décadas de 1940 y gran parte de 1950, marcadas por el hambre y la escasez que se venían arrastrando desde la Guerra Civil. La España rural, en general, era una zona en condiciones muy precarias y en la que cualquier actividad económica bastaba para escapar del hambre que tantos estragos causó en aquellos años. 

Dentro del abanico de posibilidades, una actividad que alcanzó gran importancia en zonas concretas de España fue la extracción de wolframio, mineral con una amplia demanda en un tiempo muy determinado.

El wólfram, y más aún las personas y entidades encargadas de su explotación, fue el gran beneficiado de la II Guerra Mundial (1939-1945), conflicto que hizo temblar los cimientos de Europa, debido al espectacular aumento de su precio. La Alemania nazi, con Hitler a la cabeza, y las potencias aliadas -Reino Unido o la Unión Soviética, entre otras- se disputaban el control de las reservas de este preciado mineral. En el caso de Extremadura, y más concretamente en el norte de la provincia de Cáceres, basta decir que gran parte de la producción sirvió de alimento para la maquinaria de guerra con la exportación de wolframio para la construcción de blindados, cañones o munición pesada. Explotaciones como las de Acebo o Valverde del Fresno tuvieron un papel muy importante durante este período. De esta manera, Franco puso a disposición de Hitler gran parte de las explotaciones de wolframio españolas y, de paso, el Estado recibió ingresos nada despreciables en una época en donde el régimen practicaba una economía de autosuficiencia -autarquía-. Además, el mineral fue declarado de interés militar, lo que blindaba su control por parte del Estado. 

Tornavacas se subió al carro de la explotación de este mineral unos años después de haber finalizado la Segunda Guerra Mundial. Eran años de escasez, de falta de recursos, en donde no existía un sustento económico estable, tal y como hoy en día ocurre con la agricultura. De este modo, la “fiebre” del wólfram llegaría a Tornavacas a finales de la década de 1940, pues en el año 1948 ya se empezó a extrarer dicho mineral. Su importancia crecería en los años siguientes (comienzos de la década de 1950), coyuntura en donde su precio se vio incrementando de nuevo coincidiendo con el desarrollo de otro conflicto bélico: la Guerra de Corea (1951-1953). Desde finales de la década de 1940, se concedieron decenas de permisos de investigación en diversos parajes del municipio para comprobar si existía este preciado mineral, llevándose a cabo catas sobre el terreno (cortes en las piedras o pequeñas perforaciones). La producción más destacada comenzó a partir del año de 1950 y se centró en tres lugares concretos: en la mina de Santa Ana (a escasos 500 metros del Puerto de Tornavacas; era la mina mejor equipada de todas y en donde, desgraciadamente, perdió la vida un paisano), en la de "Marisol" (comúnmente conocida como "Mirasol", cercana al nacimiento del río Jerte) y en la del Tejadillo (situada en esta amplia dehesa de las sierras de Tornavacas). De todas ellas, sobresalió la extracción de wolframio en la de "Marisol", llegándose a alcanzar una producción de algo más de 7.500 kg. anuales en 1952.

Antiguas instalaciones de la mina de Santa Ana

Interior de una de las galerías de la mina Marisol

Mina del Tejadillo

Escombrera de la mina del Tejadillo

Wolfamio extraído de la mina Marisol (abril de 1952).
Enviado a Tejares (Salamanca) para
su procesamiento

Además de estas minas, que en realidad eran, en su mayoría, simples galerías excavadas sobre la roca, existieron decenas de pequeños puntos en donde los tornavaqueños llevaron a cabo pequeños cortes para extraer el mineral (Sillares, zona alta de Becedas, alrededores del Puerto...). Tampoco faltó el contrabando –el famoso estraperlo, una especie de “mercado negro” en donde el mineral se pagaba a un precio más elevado. Testimonios orales de tornavaqueños que les tocó vivir esta época, cuentan que, en el alto del Puerto, en varias ocasiones se llegaron a juntar más de un centenar de paisanos para salir en pequeños grupos a la búsqueda del mineral, siempre con el temor de ser localizados por la Guardia Civil, pues el contrabando de wolframio estaba duramente castigado por la ley. Una vez extraído el mineral, a la espera de ser comprado por personas de fuera que directamente venían a Tornavacas a por él, era escondido en casas particulares del pueblo para evitar ser descubierto por las autoridades.
 
La minería de wólfram en Tornavacas, teniendo sus años dorados entre 1950 y 1955, fue a menos durante la década de 1960 y tocó fondo en la los 70, datando del año 1974 los últimos permisos de investigación para reactivar la producción. Pero ya eran otros tiempos: por un lado, el Valle del Jerte, poco a poco, iba ofreciendo más posibilidades de sustento económico como, por ejemplo, con la generalización del cultivo de la cereza; por otra parte, la emigración disminuyó la mano de obra disponible, a lo que hay que sumar el bajo precio de un mineral que había sido tremendamente importante en los primeros años del régimen franquista.

No podemos cerrar estas líneas sin hacer un sencillo homenaje, desde las palabras, a todos los paisanos que les tocó vivir en este tiempo de sacrificios, penurias y trabajo de sol a sol. A ellos les debemos el bienestar del que hoy disfrutamos. A ellos les debemos todo. Sin ellos, no seríamos nada. También es de justicia reconocer la iniciativa que tuvo el Grupo de Montaña y Senderismo de Tornavacas en el año 2013, al dedicar la VI Semana de la Montaña Extremeña a sacar del olvido este tema, dando voz a los verdaderos protagonistas de esta historia: aquellos que la vivieron.

De izquierda a derecha: Teófilo Sánchez, Florentino Marcos y Francisco Sánchez. Tornavacas, 27/04/2013

NOTA: El contenido aquí desarrollado es parte de un trabajo mucho más amplio que verá la luz en 2023. Seguiremos informando.

sábado, 20 de abril de 2013

"El wolframio: un mineral que marca una época y una forma de subsistir en Tornavacas"


"El wolframio: un mineral que marca una época y una forma de subsistir en Tornavacas", es el título de la conferencia programada para el próximo 27 de abril dentro de las actividades de la VI Semana de la Montaña Extremeña, organizada por el Grupo de Montaña y Senderismo de Tornavacas.

 

Y, como no podía ser de otra manera, el título de la charla encaja a la perfección en el retrato de una época –década de 1940 y gran parte de 1950- marcada por el hambre y la escasez, herencia de la Guerra Civil, siendo la España rural una zona en condiciones muy precarias y en la que cualquier actividad económica bastaba para escapar del hambre que tantos estragos causó en aquellos años. Dentro del abanico de posibilidades, una actividad que alcanzó gran importancia fue la extracción de wolframio, de la cual el Gobierno de Franco supo sacar partido.

El wólfram, y más aún las personas y entidades encargadas de su explotación, fue el gran beneficiado de la II Guerra Mundial (1939-1945), conflicto que hizo temblar los cimientos de Europa, debido al espectacular aumento de su precio. La Alemania nazi, con Hitler a la cabeza, y las potencias aliadas -Reino Unido o la Unión Soviética, entre otras- se disputaban el control de las reservas de este preciado mineral. En el caso de Extremadura, y más concretamente en el norte de la provincia de Cáceres, basta decir que la producción sirvió de alimento para la maquinaria de guerra con la exportación de wolframio para la construcción de blindados, cañones o munición pesada. Explotaciones como las de Acebo o Valverde del Fresno tuvieron un papel muy importante durante este período. De esta manera, Franco puso a disposición de Hitler gran parte de las explotaciones de wolframio españolas y, de paso, el Estado recibió ingresos nada despreciables en una época en donde el régimen practicaba una economía de autosuficiencia -autarquía-.

Tornavacas se subió al carro de la explotación de este mineral unos años después de haber finalizado la Segunda Guerra Mundial. Eran años de escasez, de falta de recursos, en donde no existía un sustento económico estable, tal y como hoy en día ocurre en la zona con la agricultura. De este modo, la “fiebre” del wólfram llegaría en 1948 y tendría una gran importancia a comienzos de la década de 1950, coyuntura en donde su precio se vio incrementando de nuevo por otro conflicto bélico: la Guerra de Corea (1951-1953). Tampoco faltaría el contrabando – el famoso estraperlo-, una especie de “mercado negro” en donde el mineral se pagaba a un precio mucho más elevado.

Galería de una de las minas en la zona de "El Tejaíllo". Foto de Francisco Javier González Jiménez.


La minería de wólfram en Tornavacas, teniendo sus años dorados entre 1950 y 1955, fue a menos durante la década de 1960 y tocó fondo en la los 70, datando del año 1974 los últimos permisos de investigación para reactivar la producción. Pero ya eran otros tiempos: por un lado, el Valle del Jerte, poco a poco, iba ofreciendo más posibilidades de sustento económico como, por ejemplo, con la generalización del cultivo de la cereza; por otra parte, la emigración disminuyó la mano de obra disponible en no pocos lugares de la geografía extremeña, viéndose todo ello acompañado por el bajo precio de un mineral que había sido tremendamente importante en los primeros años del régimen franquista.

Mina "Marisol": una de las explotaciones más importantes. Foto de Francisco Javier González Jiménez.
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Noticia en el periódico ABC: "El wolframio será el protagonista de la VI Semana de la Montaña Extremeña".