domingo, 13 de diciembre de 2020

UN NUEVO ESPACIO POR Y PARA TORNAVACAS: EL CENTRO DE RECEPCIÓN E INFORMACIÓN AL VISITANTE "LAS CÁRCELES"

Enmarcadas dentro de la programación oficial de la Otoñada 2020 en el Valle del Jerte, a lo largo de los fines de semana de este otoño se han llevado a cabo unas jornadas de puertas abiertas, como las ya realizadas este verano, para dar a conocer el nuevo espacio con el que cuenta Tornavacas: su Centro de Recepción e Información al Visitante. El mismo, ubicado en las dependencias de lo que, durante siglos, se ha utlizado como cárcel de la villa, cuenta con toda una serie de contenidos y de herramientas multimedia.

Mostrador de recepción
Mostrador de recepción

El contenido se encuentra distribuido por las diferentes estancias de la ya citada antigua cárcel, sitas en la planta baja del edificio que hoy es el Ayuntamiento. En la de mayores dimensiones, la primera a la que se accede tras pasar por el mostrador de recepción, nos encontramos con una decena de paneles, colocados verticalmente sobre la pared, que nos ilustran sobre diferentes aspectos del municipio. Uno se dedica al entorno natural, en donde se hace una especial referencia a la Reserva Natural Garganta de los Infiernos, un espacio protegido único y cuya mayor parte de su extensión pertenece a nuestro municipio; otro ofrece datos sobre el patrimonio y el arte local, en donde se hace mención expresa a la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, monumento religioso declarado Bien de Interés Cultural; otro versa sobre arqueología e historia, en donde se ofrecen unas pinceladas sobre los orígenes (con una alusión obligada a la leyenda del "Ya Tornan") y sobre la evolución histórica de la antigua villa. Además, en estos mismos paneles verticales, encontramos información relativa al patrón, el Santísimo Cristo del Perdón, sobre nuestras ricas y variadas fiestas populares -en donde tiene un especial protagonismo la noche del fuego (celebrada cada 2 de mayo)- y no falta información tampoco sobre la gastronomía tradicional, sobre la picota y una alusión al amplio catálogo de rutas de senderismo a realizar en nuestro entorno.

Paneles verticales

En el centro de esta estancia más amplia, se ha instalado una maqueta en 3D, a través de la cual, mediante una proyección a la que la acompaña una narración, se ofrece una información completa al visitante sobre la villa, sobre la estructura de sus principales calles y sobre los principales monumentos (Puente Cimero, Puentecilla, Picota o Marirrollas, etc.). Sin duda, un reclamo audiovisual novedoso y muy didáctico para todo tipo de público.

Maqueta 3D

En una estancia intermedia, la que separa a la estancia de mayor amplitud de las de menores dimensiones  -lo que, en antaño, sería un pasillo que unía unas celdas y otras-, encontramos también una instalación de paneles que nos hablan sobre aspectos como los oficios seculares de Tornavacas o la trashumancia, entre otros. También se han instalado unas "postales sonoras", a través de las cuales, utilizando unos sonidos de fondo, se recrean tradiciones de Tornavacas (como el toque de la esquila) y se transporta al visitante a lugares señeros del entorno natural de la localidad (como lo es el mirador de la Cruz de Santa Bárbara). 

Pasillo entre celdas

El recorrido termina accediendo a las estancias (celdas) de menores dimensiones. En una de estas celdas, se ha colocado un muñeco articulado y una grabación, con el objetivo de recrear la presencia de un reo. En el pasillo que da hacia las dos celdas más estrechas, el visitante puede conocer también unas breves notas históricas sobre la cárcel de la villa.

Panel con información sobre la cárcel

En definitiva, un espacio que, en pocos metros cuadrados, condensa nuestra historia, nuestras tradiciones y nuestra idiosincrasia como pueblo, a la vez que muestra el entorno privilegiado en el que nos ha tocado vivir. Un espacio, a fin de cuentas, por y para Tornavacas, para el orgullo de sus habitantes y para el deleite de los que nos visitan.

domingo, 27 de septiembre de 2020

HISTORIAS DE TORNAVACAS (II): LA EPIDEMIA DE LA "GRIPE ESPAÑOLA" (1918) EN NUESTRO PUEBLO

Medio año se ha cumplido ya desde que el coronavirus, la primera pandemia virulenta del siglo XXI, comenzó a azotar a nuestro país. A lo largo de estos meses, se han escrito ríos de tinta sobre las diferentes pandemias que han afectado a la humanidad a lo largo de la Historia. La peste negra, la tuberculosis o la mal llamada gripe "española", son algunas de las enfermedades epidémicas que, por su expansión territorial, por su extensión en el tiempo y por su letalidad, han sido objeto de atención.

En nuestra entrada de hoy, vamos a ocuparnos del impacto que tuvo la pandemia de gripe iniciada en 1918 y que se extendió hasta 1920, año en el que la enfermedad fue remitiendo y descendió, de manera considerable, la mortalidad asociada a la misma. Citábamos antes que a esta gripe se la conoce, de manera errónea, como la gripe "española", pues no tuvo su origen en España, sino que el primer caso que se detectó fue en Estados Unidos. El principal motivo de que así se la conozca, fue debido a que en los periódicos de España, país neutral en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), se informaba de manera extensa sobre el estado y la evolución de la gripe, mientras que en otros muchos países apenas se hablaba de ella, bien por intentar ocultar su virulencia o bien porque la información suministrada estaba más bien centrada en los avatares de la Primera Guerra Mundial.

Realizada esta aclaración, hay que destacar el fuerte impacto que tuvo esta gripe pandémica a nivel mundial. Tras una rápida expansión, comenzó a producirse una fuerte mortalidad, hablándose de cifras totales de fallecidos que llegan a superar los 50 millones de personas. Si el lector desea conocer más datos generales de la pandemia, se recomienda leer este artículo divulgativo. 

En cuanto a la incidencia de dicha gripe en la provincia de Cáceres y, de manera especial, en nuestro pueblo, Tornavacas, debemos señalar que la situación a principios del otoño de 1918 ya comenzaba a preocupar. Si bien, hasta entonces, su impacto no había supuesto una preocupación seria para la salud pública, a finales de septiembre de dicho año de 1918 algunos de los periódicos provinciales ya comenzaban a hacer referencia a la situación que la gripe estaba provocando en numerosos municipios cacereños. Así, el 23 de septiembre, en el rotativo El noticiero. Diario de Cáceres, se informaba que la gripe, que tanta alarma y estragos estaba causando en España, había entrado con fuerza en la provincia. Según las noticias oficiales facilitadas por el Gobierno Civil, eran ya muchos los pueblos en donde se estaban registrando contagios y defunciones. 

De esta información oficial, sobresalen los siguientes casos:

  • En Hoyos había unas 70 personas con gripe, habiendo fallecido un vecino de este pueblo debido a una bronconeumonía.
  • En Guijo de Galisteo había 20 (una de ellas era el médico) y aún no se había producido ningún fallecimiento.
  • En Casas del Monte 40 contagiados, habiendo fallecido uno.
  • En Navalmoral de la Mata los afectados ascendían a 120 y se habían producido dos fallecimientos.
  • En Gargantilla 20 enfermos.
  • En Hervás 31 afectados, todos ellos sin gravedad.
  • En Peraleda de la Mata 30 enfermos, sin ninguna defunción.

En el parte oficial publicado en este mismo diario, también aparecía el caso de nuestro pueblo, Tornavacas, que vamos a destacar por su singularidad. Según se señalaba, la epidemia había entrado con fuerza en nuestra antigua villa y, a finales de septiembre de 1918, ya se encontraba contagiada "la tercera parte del vecindario". Si tenemos en cuenta que la población, en aquel año, era de unos 1.650 habitantes, de ese total, unos 550 paisanos se encontrarían ya afectados, de diversa consideración, por la enfermedad. Muy probablemente, la de contagiados, sea una cifra alejada de la realidad, exagerada, pero en vista de esta información -y de lo que más adelante comentaremos-, Tornavacas sí que se vio más afectada que otros municipios de nuestro entorno. Además de este dato, se decía que, en nuestro pueblo, la gripe estaba atacando "con más preferencia a las personas jóvenes" y que ya había fallecido una niña de siete años. 

Los meses de octubre, noviembre y diciembre de 1918 fueron los más devastadores de esta gripe a nivel general. Y, en el caso de Tornavacas, así se pone de relieve en las defunciones que se produjeron según las investigaciones que actualmente estamos desarrollando en los libros de finados del Archivo parroquial (que se darán a conocer en una próxima entrada). No todos los contagiados fallecieron, ni mucho menos, pero sí se observa un pico de mortalidad derivado de la gripe.

Tras estos duros meses de 1918, con la llegada de 1919, si bien se siguieron produciendo contagios y defunciones asociadas a la gripe, la pandemia fue remitiendo y perdió esa fuerza con la que azotó a muchos rincones del mundo. Haciendo un paralelismo con la actualidad, esperemos que el 2021 sea un renovado 1919.

lunes, 21 de septiembre de 2020

HISTORIAS DE TORNAVACAS (I): EL OFERTORIO DE ÁNIMAS DE 1819.

Ya que este año se ha visto increíblemente interrumpida, por los motivos que todos conocemos, una tradición de siglos como es el tradicional ofertorio de Ánimas, traigo una noticia del celebrado en 1819, que procede de nuestro Archivo parroquial. 

En el atrio de la Iglesia, en tan señalado día de San Mateo (21 de septiembre), se celebró el ofertorio bajo la dirección de María Magdalena Sánchez, Capitana de la Cofradía de Ánimas y encargada de cobrar los platos y productos que salieron a subasta. Lo recaudado, iba destinado a sostener los gastos de dicha Cofradía.

En un acto sencillo a la vez que solemne en el que no debió de faltar el paseo de insignias de la Cofradía por el atrio (como así ha sido hasta no hace muchos años), los muy variados platos y productos del ofertorio fueron:

-Tres platos de garbanzos.

-Una docena de conejos.

-Un plato de jamón.

-Un queso.

-Nueve platos de buñuelos.

Relación del ofertorio de Ánimas de 1819. Archivo parroquial de Tornavacas

Cabe recordar el valor histórico y religioso de la Cofradía de Ánimas (cuyas primeras referencias, documentadas y sólidas, proceden del siglo XVIII) y, por supuesto, el que es quizá su legado más representativo: el toque de la esquila, el cual, gracias al empeño, constancia y sacrificio de un puñado de mujeres de Tornavacas, se sigue manteniendo en la actualidad.

sábado, 6 de junio de 2020

RESTAURACIÓN DE TRES MONUMENTOS SEÑEROS DE TORNAVACAS


Durante las últimas semanas del mes de mayo y las primeras de junio, se ha estado llevando a cabo la intervención conducente a la restauración de tres monumentos señeros de nuestra localidad: el Puente Cimero, la Puentecilla y la Picota (también conocida como Rollo o Marirrollas).

Dicha actuación, promovida por la Consejería de Movilidad, Transporte y Vivienda de la Junta de Extremadura, está financiada con los fondos del 1% cultural.

En el Puente Cimero, construcción de raíces medievales casi totalmente reformada en la primera mitad del siglo XVIII, tal y como se establecía en la memoria técnica inicial de intervención, se ha procedido a la limpieza de los bloques de granito, a la eliminación de la vegetación adherida y al revoque de las juntas con un mortero de cal morena. En el proceso de limpieza de la vegetación aneja en uno de los laterales del puente, se han recuperado unos antiguos escalones que permitían la bajada al río desde la calle (Calle Real de Arriba). 

Intervención sobre el Puente Cimero

Intervención sobre el Puente Cimero

Puente Cimero restaurado. Detalle de escalones.


En la Puentecilla, monumento procedente de la época de la gran eclosión constructiva de Tornavacas en los tiempos de la Edad Moderna –primera mitad del siglo XVIII–, se ha procedido a una actuación muy similar a la descrita en el Puente Cimero, si bien aquí hay que destacar que se ha prestado especial atención a revocar las juntas del intradós de la bóveda del arco, debido a los problemas de humedad que presentaba la estructura.

Puentecilla restaurada. Detalle del templete

Puentecilla restaurada. Vista general

Por su parte, en la Picota, la intervención ha sido de mayor calado. No olvidemos el valor histórico de esta construcción de finales del siglo XIV, levantada tras el nombramiento de Tornavacas como villa y su integración dentro del señorío de los Álvarez de Toledo (rama de los Condes de Oropesa). En el Rollo jurisdiccional, aparte de proceder a revocar las juntas con la citada cal y también a reponer algunas pequeñas piezas que se habían perdido –o extraído–, se ha intervenido en los alrededores, descubriendo parte del antiguo enrrollado que circundaba a la Picota y que ahora quedará visible. Además, se ha construido un pequeño murete de mampostería, que servirá como delimitación entre la pista de cemento y el Rollo. Se recupera, así, parte de la fisionomía original que debió tener el monumento y sus inmediaciones en siglos pasados.

Intervención sobre la Picota

Detalle reposición enrollado

Intervención sobre la Picota

Detalle Picota y enrollado
Esta intervención sobre estos tres monumentos de capital importancia para la historia y el urbanismo de Tornavacas, la tenemos que valorar de manera muy favorable, pues su restauración era algo más que necesaria. Los rigores del tiempo, del agua, del paso del tráfico rodado en las últimas décadas (en el Puente Cimero y en la Puentecilla), así como el olvido y el expolio (en el caso de la Picota),  así lo demandaban. Entre todos, y con la ayuda de las instituciones, sigamos cuidando, mimando y protegiendo nuestro patrimonio, pues no deja de ser una de las mejores herencias que hemos recibido de nuestros antepasados y que supone un elemento muy importante en nuestra identidad como pueblo que, como un tesoro valioso, debemos legar a las generaciones venideras.

jueves, 9 de abril de 2020

LA "PESTE BLANCA" Y SU INCIDENCIA EN TORNAVACAS EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX

Cuando estamos viviendo semanas inéditas en nuestra historia más reciente y una pandemia global, como es el coronavirus, está azotando con virulencia a un buen número de países de todos los continentes, es usual leer, en artículos periodísticos, referencias a otras enfermedades o epidemias que han afectado notablemente a nuestras sociedades en tiempos pasados: sirvan como ejemplo la mal llamada "gripe española" o la peste negra, entre otras.

En los tiempos más recientes de nuestra Historia, es decir, en los siglos XIX y XX, España también se ha visto afectada por otras enfermedades que, bien hasta que se encontró el tratamiento eficaz o bien se descubrió y generalizó una vacuna, golpearon de manera intensa a la población. A todos nos suenan el cólera-morbo, la fiebre tifoidea, la viruela o la difteria, las cuales ya son enfermedades testimoniales que representan una mortalidad muy baja en nuestra sociedad actual o que e incluso ya están erradicadas.

En estas líneas, vamos a tratar una enfermedad que afectó de manera notable a ciudades y pueblos de la España contemporánea: la tuberculosis, también conocida como la "peste blanca". Esta enfermedad, si bien ya existía desde la antigüedad, adquirió una especial virulencia en nuestro país en el siglo XIX y su alta letalidad se extendió hasta mediados del siglo XX.

Por manejar una definición sencilla de tuberculosis, el Diccionario de la lengua española de la RAE señala que es una "enfermedad infectocontagiosa de los humanos y de otras especies animales producida por el bacilo de Koch". La Organización Mundial de la Salud, esa institución de la que tanto estamos escuchando hablar estos días, señala que dicho bacilo (o bacteria) casi siempre afecta a los pulmones. La enfermedad se transmite de persona a persona a través del aire. Cuando un contagiado tose, estornuda o escupe (de ahí que también sea conocida como una "enfermedad social", por su facilidad de contagio), basta con que otra persona inhale los bacilos para quedar también infectada. Los síntomas típicos de la tuberculosis son tos, fiebre, sudores nocturnos, etc., y tiene un mayor índice de mortalidad en personas que tienen un sistema inmunitario débil o dañado (enfermos de VIH o diabéticos) o presentan malnutrición. 

En España, según el estudio de la Profesora Palao Ibáñez (1), la enfermedad creció exponencialmente a principios del siglo XX, provocando que, en el tramo que fue desde 1900 hasta 1930, casi todos los años murieran de media, aproximadamente, unas 30.000 personas. Y, ¿por qué fue tan mortífera? Las causas son varias, pero veamos las principales. En primer lugar, hay que entender el proceso de crecimiento de las ciudades, consecuencia de la industrialización. Las ciudades se convirtieron en grandes focos de infección, muy especialmente para la clase trabajadora, al habitar en viviendas insalubres y disponer de pocos recursos para acceder a los productos de primera necesidad. En segundo lugar, tanto en las grandes urbes como en los pequeños pueblos, hay que tener en cuenta la escasa cobertura sanitaria proporcionada por el Estado para combatir la enfermedad, la alimentación deficiente y la escasa higiene personal, factores que hacían que la tuberculosis se propagase a una mayor velocidad y afectase prácticamente a todos los grupos de edad y a todas las clases sociales.

En la tierra de Plasencia y, por ende, en el conjunto del Valle del Jerte y en el caso particular de Tornavacas, fue una enfermedad que, si bien ya había provocado muertes en los siglos anteriores, conoció un repunte preocupante también en estas primeras décadas del siglo XX, especialmente desde el mismo inicio de siglo hasta los años posteriores a la finalización de la Guerra Civil (1936-1939).

En la década de 1920, cuando la enfermedad constituía una gran preocupación en Plasencia y su entorno por el elevado número de fallecimientos registrados, instituciones de todos los niveles y personal sanitario trataron de aunar esfuerzos para combatir a la "peste blanca". En 1926, el médico titular de Tornavacas, Juan Sinde, se mostraba realmente preocupado por su letalidad y solicitaba a las autoridades competentes medidas para ponerla freno. Sostenía que, aunque bienintencionadas, no eran suficientes las colectas de dinero que se estaban realizando en Plasencia para ayudar a la curación de los tuberculosos y que las autoridades debían proporcionar medidas más eficientes y prácticas para la población. Sinde, que bien conocía la enfermedad y su tratamiento, dejó escrito lo siguiente (2):

"No basta recaudar unas cuantas pesetillas para alivio de estos desgraciados; es necesario, prepararles sitio, lugar, ambiente donde las lesiones bacilares puedan cicatrizar, en donde la lucha del microgérmen con las defensas orgánicas sea difícil, totalmente nula.
En el conocimiento vulgar está ya también que, si la tuberculosis es curable, lo es hasta cierto punto y solo en un ambiente [...] en donde se puedan aplicar todas las terapias con sus varias combinaciones y métodos de cura, ¿cómo se consigue? Con un sanatorio antituberculoso en la sierra, en lo alto del Puerto de Tornavacas, con un clima delicioso de altura, bello, agreste y pintoresco; llenaría esta gran necesidad"
Artículo de Juan Sinde, médico de Tornavacas
Como se puede leer en las líneas anteriores, lo que proponía el médico de Tornavacas era tener a los enfermos en un espacio tan benigno para el tratamiento de la enfermedad como lo era el Puerto de Tornavacas: un lugar retirado de cualquier núcleo de población y beneficioso por su temperatura fresca a lo largo de todo el año. Finalmente este proyecto, que tan favorable hubiese sido no solo para el tratamiento de la enfermedad sino también para contener su expansión por el Valle del Jerte, no llegó a cuajar. Quizá no existió voluntad por parte de las autoridades o, simplemente, no se tuvieran los recursos económicos que lo hicieran posible.  Más de una década después (tras la Guerra Civil), cuando la enfermedad iba arrebatando decenas de víctimas en la comarca año tras año, finalmente se puso en marcha un sanatorio de las mismas características del que demandaba Sinde años atrás, en este caso en el otro extremo de la comarca, en Piornal (3).

Explanada del Puerto de Tornavacas. 1284 metros de altitud.

Volviendo a lo que sucedía en nuestro pueblo, tenemos el testimonio de cómo era la vida de los tuberculosos. El también médico municipal, José Gándara, se encargaba de visitar a los enfermos. En un artículo que él mismo escribió en 1928 -titulado "La tuberculosis como enfermedad social" (4)-, relataba las desfavorables condiciones higiénicas que encontraba en sus domicilios, la poca luz y ventilación que tenían las habitaciones y los principales síntomas que les observaba (tos seca, tez pálida, altas fiebres, cansancio extremo...). Para hacernos una idea de lo difícil que era combatir la enfermedad en estas circunstancias, basta con leer la descripción que hacía de una de las casas visitadas y de cómo era la vida de las familias:
"Con el corazón apenado, pasamos a una casa inmediata que se sostiene de pie en prodigioso equilibrio. Su parte habitable, consta de una destartalada cocina y de un dormitorio, que recibe aire y luz por un raquítico ventanucho.
En un camastro yace un pobre hombre, tuberculoso avanzado; en su derredor forman lastimoso grupo su mujer y sus cuatro hijos, el mayor de diez años. Al llegar la noche, en el camastro reposarán el matrimonio y los hijos más pequeños; los otros dos dormirán en la cocina, sobre un saco de paja, abrigados más por el mutuo calor que se prestan que por el que pueda proporcionarles la andrajosa manta con que se cubren"
Artículo de José Gándara, médico de Tornavacas


Tras esta descripción, afirmaba que era urgente habilitar lugares por toda la provincia que fueran aptos para la sanación de enfermos (enfermerías o sanatorios), y que a ello debían de contribuir no solo las autoridades, sino también las personas más pudientes, pues estos trabajadores que enfermaban, en muchas de las ocasiones, eran su principal mano de obra.

Si bien la tuberculosis siguió siendo un gran problema social en tiempos de la II República y en los años inmediatamente posteriores, a medida que fue avanzando la segunda mitad del siglo XX (es decir, a partir de 1950), la enfermedad empezó a presentar una mortalidad más baja, gracias a factores como los avances médicos o a las mejoras en las prácticas higiénicas de la población. No obstante, a día de hoy, en pleno siglo XXI, todavía sigue siendo una enfermedad activa. En las últimas informaciones publicadas al respecto, sobre todo en los países en desarrollo, sigue constituyendo un grave problema de salud pública. Los datos hablan por sí solos y en el año 2018 fallecieron 1,5 millones de personas en todo el mundo debido a esta enfermedad.

El actual coronavirus, siendo la primera pandemia de los tiempos de la globalización, ya tiene reservado su lugar en los libros de Historia. Eso es indudable. Pero como muchas otras enfermedades o epidemias que han afectado a las sociedades del pasado, tengamos la absoluta certeza de que llegará un momento en el que se convierta en una enfermedad controlada y con la que tendremos que convivir. De esta también saldremos. Ánimo y adelante.

Notas:

(1) PALAO IBÁÑEZ, María del Carmen, "Una perspectiva social de la tuberculosis en España: 1900-1939". [Disponible en: http://www.proyectonisal.org/dmdocuments/palao_ibanez.pdf]

(2) Nuevo día: Diario de la Provincia de Cáceres, 16/10/1926.

(3) El antiguo sanatorio "San José" fue reconvertido más tarde en albergue juvenil. Su último uso ha sido como alojamiento turístico (Hospedería "La Serrana", cerrada desde hace años y actualmente en proceso de reforma).

(4) Nuevo día: Diario de la Provincia de Cáceres, 13/12/1928