miércoles, 28 de diciembre de 2022

HISTORIAS DE TORNAVACAS (V): LAS DIVERSIONES EN EL SIGLO XVII: LAS OBRAS DE TEATRO.

    Durante el siglo XVII (años del 1600 al 1700), en los territorios que formaban parte de la Monarquía hispánica, se vivió, en términos generales, un tiempo de prosperidad cultural. El teatro, a lo largo del también conocido como "Siglo de Oro" español,  se convirtió en uno de los principales entretenimientos de la población. De las centenares de obras de teatro que aparecieron durante este siglo, disfrutaban desde los reyes hasta la población más humilde y proliferaron nuevos espacios para el ocio: los corrales de comedia, lugares en donde se representaban estos espectáculos teatrales. 

    Este divertimento también llegó en ese siglo XVII a la villa de Tornavacas, donde los espectáculos que congregaban a un importante número de personas se limitaban a esporádicos conciertos de música sacra (en la Iglesia) y a las rondas que en los festivos señalados salían a recorrer las calles. La Plaza Nueva aún ni existía y la suelta de vaquillas no era aún muy habitual. La llegada del teatro a Tornavacas, por tanto, debió causar mucha expectación entre el vecindario de la villa.

Fachada de casa tornavaqueña del siglo XVII (1655), hoy propiedad de Pepi Benito y Emilio Lucas

    Hallamos un documento de 1620, en el que los Condes de Oropesa, por entonces señores de Tornavacas, contrataron a la compañía teatral de Tomás Fernández Cabredo, autor de comedias (con licencia reconocida por Su Majestad Felipe III) y uno de los directores de obras de teatro más populares de la primera mitad del siglo XVII que incluso llegó a dirigir obras en la Corte para los reyes Felipe III y Felipe IV. 

    En dicho contrato, fechado en Madrid el 15 de mayo de 1620, se establecía que Fernández Cabredo se comprometía a representar en la villa de Tornavacas, en la Octava de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, una comedia a lo divino el sábado 4 de julio por la tarde; el domingo siguiente, día 5 de julio, una comedia a lo divino con loa en forma de coloquio entre cuatro personajes por la mañana, y por la tarde otra; y el lunes siguiente por la mañana, 6 de julio, una comedia a lo humano. Las fechas para realizar las obras son llamativas, pues el mes de julio, en el siglo XVII, era un buen momento para llevar a cabo estos espectáculos públicos al no existir mucha carga de trabajo en el campo (el cual se intensificaba a partir del mes de agosto con la siega de los prados y el posterior inicio de la recolección de uvas, castañas, patatas...).

    Cada comedia a representar debía tener dos entremeses, dos bailes y una loa, todas con música, cuatro voces, vestidos extraordinarios, galas, invenciones, apariencias y tramoyas, "según y cómo las haçe y a hecho en esta Corte", y el autor debería elegir las comedias que representaría de entre las siguientes: Lo cierto por lo dudoso, Guerra de amor y honor, El niño diablo, “la de Orfeo”, El mejor lirio francés, "divina", La próspera y adversa de Tobías [o La próspera y adversa fortuna de Tobías], La manzana de la discordia y robo de Elena, “la de Tisbe y Píramo”, La villana en palacio, El mejor Mendoza y La mayor victoria, "las quales son algunas divinas y otras de ystoria, fábula y fiçión". La villa se comprometía a pagar al autor 100 ducados por cada día de representación y a darle el material para la construcción de las apariencias, las tramoyas y el tablado, aunque su construcción correría a cargo de Tomás Fernández.

se comprometía a representar en la villa de Tornavacas, en la Octava de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, una comedia a lo divino el sábado por la tarde, 4 de julio; el domingo siguiente, día 5 de julio, una comedia a lo divino con loa en forma de coloquio entre cuatro personajes por la mañana, y por la tarde otra; y el lunes siguiente por la mañana, 6 de julio, una comedia a lo humano. Cada comedia debía tener dos entremeses, dos bailes y una loa, todas con música, cuatro voces, vestidos extraordinarios, galas, invenciones, apariencias y tramoyas, "según y cómo las haçe y a hecho en esta Corte", y el autor debería elegir las comedias que representaría de entre las siguientes: Lo cierto por lo dudoso, Guerra de amor y honor, El niño diablo, “la de Orfeo”, El mejor lirio francés, "divina", La próspera y adversa de Tobías [o La próspera y adversa fortuna de Tobías], La manzana de la discordia y robo de Elena, “la de Tisbe y Píramo”, La villana en palacio, El mejor Mendoza y La mayor victoria, "las quales son algunas divinas y otras de ystoria, fábula y fiçión". La villa se comprometía a pagar al autor 100 dcs. por cada día de representación y a darle el material para la construcción de las apariencias, las tramoyas y el tablado, aunque su construcción correría a cargo de Tomás Fernández.

Información extraída de: CATCOM: Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700)
Copyright © DICAT Grupo de investigación teatral bajo Licencia Creative Commons BY-NC-ND.
Cómo citarnos: Ferrer, Teresa et al. Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700). CATCOM. Publicación en web: http://catcom.uv.es
se comprometía a representar en la villa de Tornavacas, en la Octava de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, una comedia a lo divino el sábado por la tarde, 4 de julio; el domingo siguiente, día 5 de julio, una comedia a lo divino con loa en forma de coloquio entre cuatro personajes por la mañana, y por la tarde otra; y el lunes siguiente por la mañana, 6 de julio, una comedia a lo humano. Cada comedia debía tener dos entremeses, dos bailes y una loa, todas con música, cuatro voces, vestidos extraordinarios, galas, invenciones, apariencias y tramoyas, "según y cómo las haçe y a hecho en esta Corte", y el autor debería elegir las comedias que representaría de entre las siguientes: Lo cierto por lo dudoso, Guerra de amor y honor, El niño diablo, “la de Orfeo”, El mejor lirio francés, "divina", La próspera y adversa de Tobías [o La próspera y adversa fortuna de Tobías], La manzana de la discordia y robo de Elena, “la de Tisbe y Píramo”, La villana en palacio, El mejor Mendoza y La mayor victoria, "las quales son algunas divinas y otras de ystoria, fábula y fiçión". La villa se comprometía a pagar al autor 100 dcs. por cada día de representación y a darle el material para la construcción de las apariencias, las tramoyas y el tablado, aunque su construcción correría a cargo de Tomás Fernández.

Información extraída de: CATCOM: Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700)
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Cómo citarnos: Ferrer, Teresa et al. Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700). CATCOM. Publicación en web: http://catcom.uv.es
se comprometía a representar en la villa de Tornavacas, en la Octava de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, una comedia a lo divino el sábado por la tarde, 4 de julio; el domingo siguiente, día 5 de julio, una comedia a lo divino con loa en forma de coloquio entre cuatro personajes por la mañana, y por la tarde otra; y el lunes siguiente por la mañana, 6 de julio, una comedia a lo humano. Cada comedia debía tener dos entremeses, dos bailes y una loa, todas con música, cuatro voces, vestidos extraordinarios, galas, invenciones, apariencias y tramoyas, "según y cómo las haçe y a hecho en esta Corte", y el autor debería elegir las comedias que representaría de entre las siguientes: Lo cierto por lo dudoso, Guerra de amor y honor, El niño diablo, “la de Orfeo”, El mejor lirio francés, "divina", La próspera y adversa de Tobías [o La próspera y adversa fortuna de Tobías], La manzana de la discordia y robo de Elena, “la de Tisbe y Píramo”, La villana en palacio, El mejor Mendoza y La mayor victoria, "las quales son algunas divinas y otras de ystoria, fábula y fiçión". La villa se comprometía a pagar al autor 100 dcs. por cada día de representación y a darle el material para la construcción de las apariencias, las tramoyas y el tablado, aunque su construcción correría a cargo de Tomás Fernández.

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se comprometía a representar en la villa de Tornavacas, en la Octava de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, una comedia a lo divino el sábado por la tarde, 4 de julio; el domingo siguiente, día 5 de julio, una comedia a lo divino con loa en forma de coloquio entre cuatro personajes por la mañana, y por la tarde otra; y el lunes siguiente por la mañana, 6 de julio, una comedia a lo humano. Cada comedia debía tener dos entremeses, dos bailes y una loa, todas con música, cuatro voces, vestidos extraordinarios, galas, invenciones, apariencias y tramoyas, "según y cómo las haçe y a hecho en esta Corte", y el autor debería elegir las comedias que representaría de entre las siguientes: Lo cierto por lo dudoso, Guerra de amor y honor, El niño diablo, “la de Orfeo”, El mejor lirio francés, "divina", La próspera y adversa de Tobías [o La próspera y adversa fortuna de Tobías], La manzana de la discordia y robo de Elena, “la de Tisbe y Píramo”, La villana en palacio, El mejor Mendoza y La mayor victoria, "las quales son algunas divinas y otras de ystoria, fábula y fiçión". La villa se comprometía a pagar al autor 100 dcs. por cada día de representación y a darle el material para la construcción de las apariencias, las tramoyas y el tablado, aunque su construcción correría a cargo de Tomás Fernández.

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Cómo citarnos: Ferrer, Teresa et al. Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700). CATCOM. Publicación en web: http://catcom.uv.es
se comprometía a representar en la villa de Tornavacas, en la Octava de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, una comedia a lo divino el sábado por la tarde, 4 de julio; el domingo siguiente, día 5 de julio, una comedia a lo divino con loa en forma de coloquio entre cuatro personajes por la mañana, y por la tarde otra; y el lunes siguiente por la mañana, 6 de julio, una comedia a lo humano. Cada comedia debía tener dos entremeses, dos bailes y una loa, todas con música, cuatro voces, vestidos extraordinarios, galas, invenciones, apariencias y tramoyas, "según y cómo las haçe y a hecho en esta Corte", y el autor debería elegir las comedias que representaría de entre las siguientes: Lo cierto por lo dudoso, Guerra de amor y honor, El niño diablo, “la de Orfeo”, El mejor lirio francés, "divina", La próspera y adversa de Tobías [o La próspera y adversa fortuna de Tobías], La manzana de la discordia y robo de Elena, “la de Tisbe y Píramo”, La villana en palacio, El mejor Mendoza y La mayor victoria, "las quales son algunas divinas y otras de ystoria, fábula y fiçión". La villa se comprometía a pagar al autor 100 dcs. por cada día de representación y a darle el material para la construcción de las apariencias, las tramoyas y el tablado, aunque su construcción correría a cargo de Tomás Fernández.

Información extraída de: CATCOM: Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700)
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Tomás Fernández Cabredo

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Tomás Fernández Cabredo

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Tomás Fernández Cabredo

Información extraída de: CATCOM: Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700)
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Cómo citarnos: Ferrer, Teresa et al. Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700). CATCOM. Publicación en web: http://catcom.uv.e
Recreación (grabado) de una representación teatral en el siglo XVII. Fuente

    Cabe destacar que entre las obras propuestas para su representación estaba Lo cierto por lo dudoso, comedia de Lope de Vega, aunque no sabemos si finalmente fue una de las que se representaron. 

    El documento de 1620 citado en esta entrada está extraído de: Ferrer, Teresa et al. Base de datos de comedias mencionadas en la documentación teatral (1540-1700). CATCOM. Publicación en web: http://catcom.uv.es

martes, 1 de noviembre de 2022

HISTORIAS DE TORNAVACAS (IV): LOS ANTIGUOS CEMENTERIOS DE TORNAVACAS

    Tornavacas, por fortuna, es un pueblo con unas tradiciones muy arraigadas y apreciadas por sus habitantes. Una de ellas, tiene que ver con honrar y recordar a sus difuntos: el toque de ánimas, una tradición centenaria que se sigue manteniendo en la actualidad, día tras día, y que es un recuerdo muy vivo de la ya desaparecida Cofradía de Ánimas, que, en siglos pasados, desempeñó una importante función para los difuntos y sus familiares.

    Con motivo de la festividad de los Fieles Difuntos que, acorde al calendario litúrgico, se celebra cada 2 de noviembre, hoy vamos a dedicar unas líneas a hablar de los antiguos cementerios de Tornavacas

    Teniendo en cuenta que Tornavacas es el pueblo con la Historia más extensa de toda la comarca del Valle del Jerte, este relato comienza en el siglo XIII, cuando ya tenemos constancia de que la Iglesia estaba construida. A su alrededor, en la actual Plaza de la Iglesia, estuvo el primer cementerio, el cual funcionó desde este siglo XIII hasta finales del siglo XVIII, es decir, algo más de 500 años. El espacio que es hoy Plaza de la Iglesia, durante estos siglos, estaba ocupado por un atrio de enormes dimensiones, que fue reducido en 1917 y eliminado definitivamente en 1968. En este espacio y en su alrededor más inmediato, es donde se llevaba a cabo el enterramiento de los difuntos. Durante estos siglos de la Edad Media y Moderna, se consideraba que había que tener a los muertos cerca de los vivos y cerca también de la casa de Dios, que es la Iglesia. De este primer cementerio tornavaqueño no queda resto material alguno, pero testimonios de paisanos cuentan que cuando se ha hecho alguna obra en la que se ha tenido que mover grandes cantidades de tierra (especialmente cuando se puso el alcantarillado o se han realizado obras para los desagües), han aparecido restos óseos de los cadáveres enterrados en este primer cementerio. Los enterramientos aquí realizados eran muy diferentes a los que conocemos en la actualidad. Una simple cruz de madera señalaba el lugar en donde había sido enterrado el cuerpo, al que antes se le solía "amortajar" con un sudario blanco o, con menor frecuencia, introducirlo en un sencillo ataúd de madera.

La línea roja indica las dimensiones del atrio antiguo

    A finales del siglo XVIII (década de 1790, aproximadamente) se decidió trasladar el cementerio a un lugar más alejado del centro de la villa. Las razones fueron variadas. Tornavacas había crecido a lo largo de las décadas comprendidas entre 1720 y 1760, tanto en construcciones como en población. Además, durante el reinado de Carlos III, se publicó una Real Cédula (1787), por la que se ordenaba sacar los cementerios de los centros de las poblaciones, pues eran lugares que influían negativamente en la salud pública (olores, animales que escarbaban en las sepulturas...)  y también suponían focos de enfermedades o epidemias (de ahí que muchas construcciones, tanto en su interior como en su exterior, estuvieran encaladas, pues la cal servía para proteger a los edificios y, sobre todo, a los que permanecían en su interior). También hay que tener en cuenta que poco a poco fue apareciendo una nueva mentalidad que iría difundiéndose en las décadas posteriores hasta llegar a ser la dominante a día de hoy: alejar a la muerte de la vida cotidiana (de ahí que los actuales cementerios y los tanatorios, en donde ya prácticamente todo el mundo vela a sus difuntos, sean espacios que están retirados de los núcleos de población).

Plano de Tornavacas (1798)

    Pero volvamos a nuestro relato. ¿Dónde se decidió trasladar el cementerio que hasta entonces había estado en la Plaza de la Iglesia? El nuevo emplazamiento elegido fue la actual Plaza de El Pilón, una zona que por aquel entonces (finales del siglo XVIII, recordemos) estaba retirada de las viviendas. Y aquí estuvo en funcionamiento ese segundo cementerio tornavaqueño hasta los últimos años del siglo XIX (1892), cuando se plantea la necesidad de reubicarlo en un nuevo espacio, al actual sitio de las Espozas, pues, en donde estaba, se estaba quedando pequeño -los enterramientos comenzaban a ocupar más espacio que en épocas pasadas- y en pocos años iba a tener construcciones muy cerca. Para conocer más detalles de este cementerio de El Pilón, es interesante la información que aparece en las Actas de pleno municipales, en la sesión del 31 de julio de 1910:

"la apertura del nuevo cementerio al sitio de las Espozas y clausura del viejo al sitio del Pilón, tuvieron lugar [el] 29 de mayo de 1892, desde cuya época hasta la fecha han transcurrido diez y ocho años y dos meses verificándose desde entonces todos los enterramientos en el nuevo cementerio y ninguna inhumación en el viejo mencionado".

    El Ayuntamiento de Tornavacas, estando ya en funcionamiento el nuevo cementerio de las Espozas desde 1892, en donde se construyó también la capilla hoy existente, planteaba la necesidad "de la traslación de los restos mortales existentes en el viejo cementerio clausurado al sitio apropiado", pues el viejo cementerio del Pilón se encontraba ya en mal estado, especificando que:

"dado el mal estado en que se encuentran las paredes del viejo cementerio, la broza y maleza que en el mismo se ha desarrollado, constituyendo las reparaciones y cuidados de él un gravamen para el Municipio a la vez que la posibilidad de focos de infección para el vecindario por estar tan inmediato a éste".

    Tras esta exposición de motivos, desde el Ayuntamiento se señalaba la conveniencia del traslado de los restos mortales y de la eliminación total del viejo cementerio de El Pilón. Se indicaba, en lo que respecta al traslado de los restos, que esta sería "una operación fácil por tratarse de una monda y limpia en que solamente pueden hallarse huesos enteramente secos y que con ello no se perjudica a la higiene pública". Además, reforzaba esta opción el hecho de que en el viejo cementerio no existían "panteones, nichos, losas, lápidas, ni ningún derecho adquirido que con ello se relacione". En lo referente a la eliminación total del viejo cementerio de El Pilón, que aún existía en 1910 pero sin realizarse ya enterramientos en él desde 1892, el Ayuntamiento defendía esta decisión basándose en los siguientes argumentos: 

"la Corporación estima beneficioso para los intereses locales al intento de mejorar las condiciones de urbanización y salubridad en la parte de la población que limita junto al cementerio viejo, que una vez que se haya obtenido la autorización para la limpia y monda y traslado de los restos mortales al nuevo y esto verificado, se pueda destinar el perímetro que aquel ocupa a la edificación, como solar, aprovechable y sobrante de la vía pública, para hermosear u hacer más sano e higiénico el sitio en que se halla enclavado y sus alrededores".

    Así pues, en este mismo año de 1910 se inició el expediente y el proceso para trasladar los restos mortales aún existentes en el viejo cementerio municipal situado en "El Pilón" al nuevo que se había habilitado en la zona de "las Espozas". Esta operación, que tuvo que contar con la autorización tanto del Gobierno Civil como del Obispado, se inició en el citado año de 1910 y las labores de traslado de restos y limpieza del viejo cementerio municipal se extendieron hasta 1913, tal y como consta en el expediente que se encuentra en nuestro Archivo Municipal y cuya portada se muestra a continuación.

Expediente de traslado del cementerio. Archivo Municipal de Tornavacas.

    Así pues, el actual cementerio que todos conocemos y que, por estas fechas, presenta una concurrida asistencia, lleva ya siendo algo más de un siglo el lugar de reposo eterno de nuestros difuntos. Y también tiene historias dignas de contar relacionadas con la pequeña casa que hay detrás de la capilla, con la cruz de piedra que existe en su parte central o con las lápidas más antiguas del mismo, entre otras. Pero esas ya las dejamos para otra ocasión.

Ubicación del actual cementerio de Tornavacas. Octubre de 2022.