“Tres partidos más o menos
numerosos se hallan uno al frente de otro: la lejitimidad, la usurpación y la
república, y cada uno siguiendo la opinión que le domina, hace votos por el
triunfo de su causa.
El republicano, sometido al
fanatismo mas furioso, espera de la espoliacion de las propiedades, del
degüello de los nobles y de los curas, el establecimiento de una libertad
quimérica, que no ha existido en ningún tiempo, ni en país alguno: el
republicano español ve la felicidad de su nacion en su misma ruina, y la
prosperidad en la espoliacion de las iglesias: espera el restablecimiento del
orden, de la destrucción misma de aquellas instituciones, que durante muchos
siglos han puesto en armonía las leyes y las costumbres de esta nacion. Este es
el colmo de los desatinos.
El cristino, tan extravagante
como el republicano, hace votos por el triunfo de la usurpacion: se titula patriota, y está envileciendo su patria
sin cesar: se llama realista, y trabaja continuamente en destruir el órden de
sucesión, sin el cual no puede haber monarquía durable. El cristino quiere un
trono fantástico, que sirva de comodín a todas las secciones en que está
dividido su partido: una monarquía que semejante a una mina vayan explotándola
los ministerios segun se van sucediendo: una monarquia liberal en la primavera,
revolucionaria en el estío, despótica en el otoño y anárquica en el invierno,
pero absurda en todo tiempo, porque no tiene cosa alguna que sea estable y
duradera.
[…] Existe en el mundo un partido
mas fuerte y mas justo que el de los cristinos y republicanos, y este es el
partido realista, compuesto de gentes de juicio, hombres humanos, y seres
religiosos: es el mas numeroso de todos los partidos, ademas de ser el mas
justo, y por consecuencia el que está mas seguro de su triunfo: no pide otra
cosa que lo que la razon aprueba y la
justicia prescribe: no quiere mas que el restablecimiento de los derechos
adquiridos, la realizacion de las mudanzas posibles en las instituciones, y el
bien-estar del género humano. La España entrará en posesión de todos estos
bienes, el dia (que por momentos se acerca) en que Carlos V tome posesión de su
trono.”[1]
Fuente de la imagen: Escuelapedia |
[1]
Texto extraído de la Gaceta Oficial en su número 170 correspondiente al 9 de
junio de 1837. El texto está transcrito tal y como aparece en su fuente original. Dicha gaceta fue
la principal plataforma de difusión –y defensa- de los intereses del Carlismo entre
1835 y 1837, siendo editada en Oñate (Guipúzcoa). Supone un testimonio
excepcional para conocer el estado de continua tensión socio-política que vivía Europa en
la década 1830. En España, tal y como
lo atestiguan las líneas escitas, la situación también estaba dominada por la inestabilidad.
A la I Guerra Carlista había que sumar la “división” existente en el seno
del liberalismo emergente y un ambiente revolucionario, que también era más que visible en
gran parte de Europa. En aquella década, más que una guerra por el Trono de España, lo que
se estaba librando era una lucha entre dos formas de entender la sociedad. Las
posturas -por una parte, cristinos [partidarios de la regente María Cristina] y republicanos y, por otra, realistas- estaban más que definidas.
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