sábado, 18 de mayo de 2013

REPUBLICANOS, CRISTINOS Y REALISTAS: la España de 1830.


“Tres partidos más o menos numerosos se hallan uno al frente de otro: la lejitimidad, la usurpación y la república, y cada uno siguiendo la opinión que le domina, hace votos por el triunfo de su causa.

El republicano, sometido al fanatismo mas furioso, espera de la espoliacion de las propiedades, del degüello de los nobles y de los curas, el establecimiento de una libertad quimérica, que no ha existido en ningún tiempo, ni en país alguno: el republicano español ve la felicidad de su nacion en su misma ruina, y la prosperidad en la espoliacion de las iglesias: espera el restablecimiento del orden, de la destrucción misma de aquellas instituciones, que durante muchos siglos han puesto en armonía las leyes y las costumbres de esta nacion. Este es el colmo de los desatinos.

El cristino, tan extravagante como el republicano, hace votos por el triunfo de la usurpacion: se titula patriota, y está envileciendo su patria sin cesar: se llama realista, y trabaja continuamente en destruir el órden de sucesión, sin el cual no puede haber monarquía durable. El cristino quiere un trono fantástico, que sirva de comodín a todas las secciones en que está dividido su partido: una monarquía que semejante a una mina vayan explotándola los ministerios segun se van sucediendo: una monarquia liberal en la primavera, revolucionaria en el estío, despótica en el otoño y anárquica en el invierno, pero absurda en todo tiempo, porque no tiene cosa alguna que sea estable y duradera.

[…] Existe en el mundo un partido mas fuerte y mas justo que el de los cristinos y republicanos, y este es el partido realista, compuesto de gentes de juicio, hombres humanos, y seres religiosos: es el mas numeroso de todos los partidos, ademas de ser el mas justo, y por consecuencia el que está mas seguro de su triunfo: no pide otra cosa que lo que la razon aprueba y la justicia prescribe: no quiere mas que el restablecimiento de los derechos adquiridos, la realizacion de las mudanzas posibles en las instituciones, y el bien-estar del género humano. La España entrará en posesión de todos estos bienes, el dia (que por momentos se acerca) en que Carlos V tome posesión de su trono.”[1]

Fuente de la imagen: Escuelapedia



[1] Texto extraído de la Gaceta Oficial en su número 170 correspondiente al 9 de junio de 1837. El texto está transcrito tal y como aparece en su fuente original. Dicha gaceta fue la principal plataforma de difusión –y defensa- de los intereses del Carlismo entre 1835 y 1837, siendo editada en Oñate (Guipúzcoa). Supone un testimonio excepcional para conocer el estado de continua tensión socio-política que vivía Europa en la década 1830. En España, tal y como lo atestiguan las líneas escitas, la situación también estaba dominada por la inestabilidad. A la I Guerra Carlista había que sumar la “división” existente en el seno del liberalismo emergente y un ambiente revolucionario, que también era más que visible en gran parte de Europa. En aquella década, más que una guerra por el Trono de España, lo que se estaba librando era una lucha entre dos formas de entender la sociedad. Las posturas -por una parte, cristinos [partidarios de la regente María Cristina] y republicanos y, por otra, realistas- estaban más que definidas.

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